Capítulo N° 87 (Ochenta y siete):
Peter: Sí, soy yo… -Respondiste
totalmente anonadado- Después te llamo… -Le dijiste al socio de tu padre y
cortaste la comunicación telefónica sin dejar de observarla- Vos… quién sos?
–Indagaste mientras enarcaste tus cejas-
Xxx: Yo soy Paula Recca… -Se
presentó con su perfecta sonrisa e hizo una pausa- Soy la empleada de recambio
que… -Y no la dejaste terminar. No podías con tu genio-
Peter: Sí, ya sé… Te manda German…
-Completaste y ella asintió- Justo estaba hablando con él… -explicaste y le
mostraste el celular que tenías en tu mano-
Paula: Bueno, entonces… -Dijo y
extendió su mano- Un gusto Juan Pedro… -Dijo muy simpática y sonrió-
Peter: Decime Peter mejor…
-Recalcaste y besaste su mano como un caballero. Ella rió y miró para abajo-
Bueno, pasa… Sentite como en tu casa –Dijiste muy amable y ella ingreso con sus
valijas a cuestas mientras observaba todo el lugar- Te gusta? –Preguntaste al
ver su asombro-
Paula: Mucho… -Dijo mientras
recorrió con su vista toda la sala hasta darse media vuelta y mirarte con su
enorme sonrisa-
Peter: Hablaba de la casa no de mi
eh… -Bromeaste y enarcaste tus cejas. Sus mejillas enseguida tomaron color- No
mentira… -Te retractaste y ambos rieron-
Paula: Me hiciste poner colorada…
-Dijo casi con puchero y bajó su mirada no sin antes mirarte-
Peter: No era para tanto che…
-Dijiste y nuevamente se miraron y sonrieron- Bueno, si querés ver toda la casa
antes me vas a tener que contar un poco de vos… -Canchereaste y ella sonrió-
Paula: Haber… que te puedo contar…
-Suspiró y se hizo la que pensaba- Vengo de Canadá a perfeccionarme y a
trabajar después de tanto tiempo de vivir afuera. Estudié en Nueva York… A mis
padres no los tengo… -Dijo de lo más normas y vos la miraste sorprendido y con
pena- Tengo dos hermanos, un varón y una mujer… -Aclaró y continuó- Soy la
típica nena caprichosa que hasta que no consigue lo que quiere no para… -Dijo y
te miró. Ambos sonrieron- Tengo 22 años y… -Dijo y vos la interrumpiste-
Peter: Apa… Sos bastante viejita
–Acotaste algo picaron y enarcaste tus cejas. Ella rió-
Paula: Mira… No te pego porque
recién te conozco pero sino sabes que no?... –Dijo y vos reías- Además… vos
cuantos años tenes para tratarme de vieja a mí? –Cuestionó y llevó sus manos a
su cintura-
Peter: 20… -Respondiste y sonreíste
a la vez-
Paula: Ah, ves? Entonces los dos
somos viejos… -Recalcó y ambos rieron. Ella hizo una pausa- Además vos me
dijiste que si te contaba un poco de mi me mostrabas toda la casa y todavía
estamos en veremos… -Reprochó y reíste-
Peter: Me parece que la abuela se
está poniendo rezongona… -Bromeó y ella no pudo evitar reírse. Vos tampoco-
Vení que te la muestro… -Dijiste, te acercaste a ella y ambos comenzaron a
caminar a la par mientras hablaban-
La verdad que Paula te había caído súper
bien. Con tan solo hablar un rato con ella te pudiste dar cuenta que era
espontanea, simpática, sociable y carismática. Además, no podías negar que era
bastante linda. Su pelo era largo y castaño, sus ojos eran marrones y para
completarla, al igual que vos, tenía un lunar pero éste estaba situado arriba
de su boca, cerca de su nariz. Y, como habías mencionado en otra oportunidad,
su sonrisa era perfecta, fresca y hermosa.
Obviamente que te parecía una mina
más que interesante para conocer pero creías que todo llevaba su debido tiempo.
Es decir, hoy la veías con ojos solo de futura amiga pero no más que eso.
Recién estabas saliendo de un relación que es demasiado importante para vos y
no querías apresurar nada.
En fin, después de haberla llevado
a recorrer toda la casa, la invitaste a tomar algo al jardín. Más
específicamente, la invitaste a merendar. Allí seguían con la charla extendida
que venían prolongando desde que llegó a tu casa, para qué ibas a mentir. Mientras
tanto disfrutaban de un hermoso día de sol, cálido y húmedo, con los rayos de
sol de por medio, los cuales brillaban y hacían reflejar todo el cielo.
Peter: Lo que no entiendo es…
-Dijiste mientras comías una galletita- cómo no te vi en la empresa de mi viejo
cuando estuve ahí… -Recordaste algo confundido y ella sonrió-
Paula: Quizás, en ese momento, no
estaba… -Explicó- O estaba, pero adentro de alguna oficina… -Y la miraste
sorprendido. Habías pensado mal, como siempre- No seas mal pensado Peter… -Se
quejó y ambos sonrieron- Además… -Dijo mientras mordía su galletita- te crees
que si hubiera visto a un chico lindo me hubiera olvidado? –Agregó sin filtro y
vos la miraste enarcando tus cejas-
Peter: Apa… que lanzada que somos
eh… -Comentaste y ella asintió sin dejar de mirarte-
Paula: Me había olvidado de
contarte que… -Y la interrumpiste mirándola expectante. Impaciente te decían-
Peter: Qué qué? –Interrogaste
curioso-
Paula: Que soy muy directa cuando
pienso y quiero decir algo… -Aclaró y vos la quedaste mirando-
Peter: Osea que te parezco lindo
enserio? –Preguntaste sin filtro esperando una respuesta-
Paula: Obvio… -Dijo e hizo una
pausa muy tranquila- Sino no te lo estaría diciendo… -Explicó y tomó un sorbo
de su chocolatada. Luego, un silencio se armó entre ustedes para que después de
unos minutos vos fueras el que lo cortaras-
Peter: Vos también sos muy linda…
-Comentaste de la nada y ella te miró. Luego, ambos sonrieron algo tímidos-
Luego de aquel lindo momento ambos
se adentraron a la casa, ya que la noche estaba apareciendo, y limpiaron lo que
habían utilizado. Después, le mostraste a tu nueva hospedada la que sería su
habitación. Le preguntaste si se sentía cómoda y si querías que le cambies la
habitación pero ella insistió con que estaba bien para ella. Es más, reconoció
que era mucho lujo para ella habitar en un lugar así porque nunca lo había
hecho.
En fin, ambos se bañaron, por
separado, obvio, cenaron junto a tu vieja, a quien pusiste al tanto de todo en
tan solo minutos a lo que ella no opuso resistencia ya que le parecía una chica
macanuda y además porque era tu casa y no debía por qué juzgarte. Luego, las
dos mujeres de la casa se encargaron de lavar los utensilios utilizados y por
fin todos se encaminaron hacia sus cuartos para poder descansar.
Debías admitir que tardaste en
conciliar el sueño porque no podías parar de dar vueltas en la cama pensando en
aquella nueva chica que había entrado a tu vida de un dia para otro. Era feo lo
que sentías dentro tuyo pero debías reconocer que por un instante no pensaste
en Lali, a partir de su llegada, y eso que recién hoy era su primer dia en tu
casa. No te querías imaginar cómo iban a ser los restos de los días pero te
gustaba que una nueva persona, una nueva mujer, empezara a cambiar tu vida de
un día para el otro. Sabías que faltaba mucho por conocerse pero debías
reconocer que sentías una química especial entre ambos, y eso te hacía bien.
Continuará.
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