Capítulo N° 83 (Ochenta y tres):
Los días pasaban, y las semanas
también. Ya hacían, exactamente, tres semanas que habías vuelto a Buenos Aires
y la verdad que desde aquel día en que volviste, nada había cambiado…
Vos vivías encerrado en tu cuarto,
sin querer hablar con tu mamá, la cual estaba un poco preocupada ya que no
entendía nada de lo que te pasaba más de lo que vio aquel día en la casa de los
Espósito. Solo hablabas con tus amigos Nico, Gas y Agus pero con nadie más. Y…
con ella tampoco habías vuelto a hablar ni la habías vuelto a ver aunque las
llamadas perdidas en tu celular eran muchas. Obviamente que todas las llamadas
que entraban a tu teléfono móvil eran atendidas excepto las de Mariana. No
querías verla, ni escuchar sus estúpidas e inútiles explicaciones porque
sinceramente sentías un profundo resentimiento y una bronca interminable hacia
ella. No podías negar que todavía la seguías amando pero en cierta parte, un
odio inexplicable se había apoderado de tu cuerpo desde aquel día en que
volviste y la viste después de tantos meses.
En fin, hoy era un nuevo día y como
todas las mañanas, estabas acostado pensando y maquinándote. Se te había hecho
costumbre desde las últimas tres semanas pero era inevitable no hacerte la
cabeza. Y, mientras lo hacías, alguien interrumpió tus pensamientos. Era tu
mamá, quien había entrado lentamente a tu pieza para ofrecerte el desayuno. Vos
como siempre, le respondiste muy secamente con un ‘no tengo hambre’, a lo que
ella resopló y salió de tu habitación sin emitir palabra alguna. En el fondo
tenías culpa de tratarla así pero vos también sabías que ella no tenía la
culpa, justamente, de todo lo que te estaba pasando a vos asique por eso mismo,
decidiste levantarte de tu cama e ir a desayunar con ella. Tu vieja no se
merecía esto y menos, después de todo lo que vivieron en Canadá. Ella aún
seguía triste y melancólica y no podías ni debías dejarla sola.
Una vez que te levantaste, te
bañaste, te higienizaste, te vestiste y bajaste en busca de tu vieja. Y allí te
la encontraste, de espaldas, cocinando pero no sabías muy bien qué. Pudiste
notar que, mientras lo hacía, llorisqueaba a la par. Por eso decidiste
acercarte y arroparla en tus brazos por detrás. Ella se dio vuelta y quiso hablarte
pero vos fuiste más rápido y la interrumpiste.
Peter: Perdón ma… -dijiste entre
lamentos- Yo sé que vos no tenes la culpa de lo que me pasa y no te mereces que
te trate así… -Agregaste y ella negó con su cabeza-
Claudia: Esta bien Peter… -dijo ella
y te miró fijo a los ojos- Yo sé que es muy difícil todo esto pero vas a ver
que todo va a estar bien… -tomó una de tus mejillas y te sonrió- Y con Lali
también va a estar todo bien hijo… -agregó y vos hiciste una expresión de
negación-
Peter: No vieja… -dijiste vos con
la voz algo ronca- Para mí con Lali se terminó todo… -agregaste y ella te miró
como diciendo ‘no seas así’- Ella a mí me lastimó mucho y cuando más la
necesité no estuvo… -hiciste una pausa y bajaste la mirada- Y encima me clavó
un puñal por donde menos me lo esperaba… -dijiste dolido y tocaste tu pecho- Yo
te juro vieja… -hiciste una pausa y retomaste entre dientes- que la única mujer
que existe en mi vida y a la que amo profundamente es a vos… -dijiste entre
sollozos y ella te miro con expresión de ternura y emoción- No existe otra
mujer acá que no seas vos vieja…-llevaste tus manos a tu corazón y a tu cabeza
y concluiste con un abrazo-
Claudia: Hijo… -te dijo y salieron
de aquel abrazo para mirarla- Vos sabes que lo más importante que tengo en la
vida son vos y tus hermanos no? –y vos asentiste con tristeza y lágrimas en tus
ojos- Lamentablemente tu papá no está más… -dijo entre sollozos y vos llevaste
tus manos hacia sus mejillas para secarle las lágrimas- y yo necesito que
ustedes estén bien y disfruten de todo lo que hagan… -Pidió y vos asentiste
derramando varios lágrimas- Si ustedes son felices yo también lo soy…-Concluyó
e hizo una pequeña sonrisa. Vos solo la abrazaste. Creías que era lo mejor para
ella en este momento-
Peter: Vieja… -dijiste y la
miraste- Yo te prometo que tanto mis hermanos como vos y yo vamos a ser
felices… -Agregaste y ella asintió con su llanto de por medio aún- Y aunque el
viejo no esté más… -dijiste entre sollozos- yo te juro que no lo voy a
desilusionar nunca porque sé que él desde allá arriba nos está cuidando y
mandando todas las fuerzas que necesitamos para seguir adelante si? –La miraste
y ella tenía su cabeza agachada- Ey ma… mírame –Pediste y la tomaste del mentón
para que lo hiciera- Te amo sabes? –Y Claudia, instantáneamente se tiró en tus
brazos en donde ambos lloraron por unos cuantos minutos-
Luego de aquel emotivo y nostálgico
momento, ambos se dispusieron a desayunar pero con risas, anécdotas y chistes
de por medio. Creo que hacía bastante que no estaban de esa forma con tu vieja.
Más precisamente, desde la muerte de tu papá. Pero, a pesar de eso, les hacía
bien despejarse un poco y mantenerse juntos sin pensar un poco en el dolor, la
angustia, los recuerdos, la melancolía y la tristeza.
En fin, luego de ese interactivo
desayuno le avisaste a tu vieja que te ibas para el gimnasio donde antiguamente
ensayabas ya que Pablo te había llamado hacia unos días para citarte allí. Por
lo que te dijo, necesitaba hablar con vos después de tanto tiempo. Ya estabas
cambiado asique no hacía falta cambiarte ni nada de eso. Solo te perfumaste un
poco, te higienizaste y te despeinaste un poco el pelo, como de costumbre.
Luego, bajaste, saludaste a tu vieja, tomaste las llaves de tu auto, saliste,
lo encendiste y aceleraste rumbo a tu lugar de destino.
Al llegar, te bajaste, cerraste tu
auto como corresponde, y te acercaste a la puerta del gran gimnasio.
Contemplaste por unos minutos todo el lugar y miles de recuerdos se te vinieron
a la cabeza. Fue así que, tomaste valor, suspiraste e ingresaste. Subiste las
escaleras que te llevaban al segundo piso, en donde se encontraba nuestra sala
de ensayo y allí escuchaste a tus compañeros cantar. Se los podía ir antes de
ingresar al enorme salón. No pudiste evitar hacer una sonrisa y de esa forma
caminaste unos pasos más para entrar, definitivamente, al recinto. Una vez que
estuviste allí dentro, todos miraron sin poder creer tu presencia. Pero vos
tampoco podías creer lo que estabas viendo. TUS compañeros de banda, TUS amigos
de toda la vida, estaban cantando junto a otro flaco en lugar mío. Y sí, quién
podía ser si no era el novio de tu ex? Encima que te lo tenías que bancar como
novio de Mariana, ahora también lo tenías que ver en la banda. Pero había algo
que no te cerraba… ¿Poli era el nuevo integrante del grupo o quizás estaba en
tu lugar, tu puesto, el que siempre perteneció a vos durante cinco años?
En ese momento, todos te miraron
sin saber a dónde meterse. Y vos, como buen polvorita que sos, hablaste sin
anestesia.
Peter: Bravo… -dijiste con la voz
algo elevada por la distancia que los mantenía alejados- Que bien suenan los
cinco juntos eh… -Mariana quiso hablar pero no la dejaste- No, no hace falta
que digas nada Mariana… -Ella te miró desilusionada. Sabías perfectamente que
le molestaba que la llames así- Ahora, vos Pablito… -dijiste un tanto irónico y
te cruzaste de brazos- Creo que ya te voy conociendo un poquito más eh…
-Dijiste y él te miro desafiante- Digo, veo que sos cero códigos vos eh…
-Agregaste y él estaba que explotaba- Primero, me soplaste a mi novia y ahora
también me querés soplar a mis amigos? –Dijiste en tono de ironía y reíste
sarcásticamente-
Poli: Se ve que tus amigos mucho no
te quieren porque sino yo no estaría cantando con ellos y en TU lugar… -Comentó
y vos le clavaste la mirada. Te molestó y mucho su respuesta. Se podía notar
que a los chicos también ya que lo miraron con mala cara-
Peter: Si querés metete conmigo
pero con ellos no… -dijiste desafiante e hiciste una pausa- CAGÓN… -Recalcaste y
él enseguida estalló-
Poli: Vení y decímelo en la cara…
-Te gritó. Estaba bastante enojado por lo que los chicos lo tuvieron que
sostener porque se me venía encima- Ves? Vos sos el cagón que no te animas a
enfrentarme… -retrucó y vos te acercaste-
Peter: A quién le decís cagón gil?
–Cuestionaste y lo prepoteaste. Enseguida lo tenías a Nico y Pablo
sosteniéndote. Ambos estaban en la misma situación. Si los soltaban se mataban
a trompadas. Eso estaba seguro- Vos a mí no me conoces asique lávate la boca antes
de juzgarme… -Sentenciaste furioso-
Poli: Lo mismo digo… -Recalcó
enseguida y vos lo interrumpiste-
Peter: No… vos no podes decir lo
mismo –Cuestionaste mientras lo enfrentabas. Todavía los seguían agarrando-.
Primero porque con todo lo que estás haciendo queda en evidencia que sos cero
códigos, un traidor y un cagón y vos no podes decir lo mismo de mi porque yo a
vos no te hice absolutamente nada… –Dijiste un tanto agitado debido a la fuerza
que estabas haciendo para que te soltaran- Y segundo… -hiciste una pausa- Me
pueden soltar eh, no le voy a pegar –Advertiste y los miraste a Nico y Pablo.
Ellos te soltaron- Y segundo… -continuaste y lo miraste a Poli- por más que no
te conozca, no creo que hayas pasado por lo mismo que yo ni hayas enfrentado en
la vida lo que afronté yo asique a mí nadie me dice cagón ok? –Advertiste y él
te miró. Ambos estaban casi enfrentados solo que él estaba rodeado por Gas,
Lali y Rochi-
Poli:…
Continuará.
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