13 de febrero de 2012

Capítulo N° 70


Capítulo Nº 70 (Setenta):

Al recordar aquel momento, aparecieron en vos sentimientos de nostalgia, angustia, desilusión y bronca. Tus ojos no pudieron evitar llenarse con tan solo un par de lágrimas. Pero enseguida, cobraste valor, no dejaste que otra vez te ganara el llanto, la tristeza y el remordimiento. Entonces, decidiste recoger aquella pulsera y hacer lo que realmente sentías, en realidad, lo que era lo correcto.
Luego de aquello, te dirigiste hacia el living con el bolso en mano y te encontraste nuevamente con Agus quien se encontraba haciendo zapping sentado en el sofá. Cuando te vio venir se paró rápidamente.

Agus: Ves?... –Dijo y vos lo miraste desentendida- Así te ves mucho mejor –Recalcó y vos sonreíste-
Lali: Gracias… -Dijiste y esbozaste una sonrisa-
Agus: Qué paso? –Preguntó. Tu hermano te conocía demasiado-
Lali: Qué paso con qué? –Preguntaste “desentendida” y un tanto nerviosa-
Agus: Dale Lali, sos mi hermana y te conozco… -te miró obvio- Algo pasó… -y enarcó sus cejas-
Lali: Bueno, sí… -dijiste y suspiraste- algo paso –y bajaste tu mirada-
Agus: Qué? –Interrogó expectante. Vos te mantenías callada- Dale Lali, habla… -Impaciente como vos era-
Lali: Pasa que… -nuevamente hiciste una pausa- ahora sé qué es lo que tengo que hacer Agus –y él te miró desentendido-. Ya tomé una decisión con respecto a Peter… -Soltaste y suspiraste-
Agus: Qué decisión? –Indagó- Vos me dijiste que lo ibas a pensar bien La… -Cuestionó y vos lo interrumpiste-
Lali: Sí, y ya lo pensé Agus… -Dijiste con la voz clara pero con tristeza a la vez-
Agus: Y?... Qué vas a hacer? –Preguntó esperando una respuesta-
Lali: Lo correcto Agus… -Dijiste firme y lo miraste cabizbaja- Eso es lo que voy a hacer…
Agus: Estas segura? –Preguntó dubitativo-
Lali: Sí. –Dijiste casi en susurro- MUY segura… -recalcaste-
Agus: Bueno… -suspiró- si pensás que es lo mejor yo no voy a decirte ni reprocharte nada… -agregó y vos sonreíste para luego abalanzarte en sus brazos y abrazarlo fuertemente-
Lali: Gracias Agus… gracias por… -saliendo del abrazo- apoyarme en todo y ser siempre incondicional… -Dijiste y él sonrió-
Agus: Siempre… -Comentó y ambos nuevamente se volvieron a abrazar- Te amo hermanita –Agregó y vos sonreíste ampliamente. Te hacia bien escuchar esas palabras. Lo necesitabas mucho en este momento-
Lali: Yo más mi cachetoncito –y apretaste sus cachetes. Él hizo una mueca con la cara lo que provocó un risa en vos-
Agus: Vamos? –Preguntó y vos asentiste-
Lali: Vamos… -y sonriendo ambos salieron abrazados de tu casa para luego cerrar y subirse al auto de tu hermano-

Fue así que Agus fue el encargado de manejar hasta el gimnasio donde ensayarían. El camino se basó en chistes, anécdotas, risas y más risas. Aunque vos siempre quisiste tener una hermana mujer que te entendiera y te aconsejara, la verdad es que no te podías quejar porque sin dudas, Agus cumplió ese rol siempre y a la perfección. Era un capo e indudablemente, era la mejor compañía para vos. Y no podías negar que en los momentos más difíciles te hacía falta la contención de tus padres pero sabías que eso era posible ya que siempre se encontraban en viajes de negocios. Pero siempre te conformabas con escuchar sus voces desde el otro lado del teléfono, aunque sea.
En fin, una vez que llegaron a tu destino, le agradeciste a tu hermano por haberte alcanzado y lo despediste con un beso en la mejilla para luego bajarte del auto.
Una vez en la puerta del gran gimnasio, tomaste valor, suspiraste y entraste completamente distinta. A partir de allí tu actitud hacia los demás había cambiado totalmente. Cuando por fin entraste, todos te miraron pero vos seguiste tu camino sin importarte. Desafortunadamente, nuevamente se encontraba Eugenia pero ni siquiera la miraste. Una vez acomodada en tu lugar de siempre, apoyaste el bolso en una silla y te concentraste en tomar las cosas necesarias para ensayar. Pero mientras lo hacías, Peter se acercó a vos y te habló.

Peter: Lali… -dijo e hizo una pausa- necesito que hablemos –completó casi en susurro y en tono resignado. Vos no dijiste nada. Solo te limitaste a tomar algo del bolso-.
Lali: Toma… -Dijiste fría y le entregaste la pulsera que habías recogido hoy en tu casa- Creo que te pertenece…. –agregaste algo fría y por primera vez lo miraste desafiante. Él, por su parte, agarró la pulsera, la contempló y con cierta tristeza volvió su vista a vos- Y… -volviste a hablar y desabrochaste la pulsera que llevabas en tu muñeca- creo que esto también te pertenece… -completaste y él trago saliva. Vos, después de esto, lo miraste por última vez y te estabas por ir pero él te tomó del brazo-
Peter: Lali… para, hablemos… -te pidió con su voz ronca y vos te soltaste para luego enfrentarlo-
Lali: No, vos para… –sentenciaste y elevaste apenas tu voz- Para de jugar a dos puntas, para de hacerme sufrir, para de hacerme el verso mientras sentís cosas por otra, para de hacerme llorar, -y tu voz comenzó a quebrarse- para de decir una cosa y hacer otra… -e hiciste una pausa- para de mentirme Peter… -y lo miraste triste- creo que no merezco que me hagas esto –pusiste una mano en tu pecho-. Yo siempre fui sincera con vos pero se ve que no podía esperar nada desde tu parte… -esta vez inspiraste y cerraste tus ojos para luego abrirlos- no puedo esperar nada de tu parte Pedro… -corregiste, él te miro y notaste cómo se le derramaban un par de lágrimas- No quiero que juegues más conmigo… -estabas acongojada- y si realmente sentís cosas por Eugenia y queres estar con ella, hacelo pero no me jodas más Peter… -hiciste una pausa y tomaste aire- no quiero esto para mi vida… -negaste con tu cabeza- no me lo merezco… -completaste y secaste un par de lágrimas para luego poder retirarte pero antes te volteaste nuevamente y volviste a hablarle- Ah, y antes de hacer promesas fijate si podes cumplirlas… -agregaste y luego con una mirada desafiante por parte tuya te retiraste para dirigirte al baño-

Fue así que en un mar de lágrimas te dirigiste al baño, te adentraste en uno de los cubículos rápidamente y te encerraste a llorar. Cada minuto que pasaba derramabas más y más lágrimas. No podías evitar sentirte así. Pero comprendiste que no era la solución quedarte allí, sola y llorando pensando y maquinándote. Además todos se preocuparían por vos asique decidiste salir y lo primero que hiciste fue mirarte al espejo. Te sentías patética ante aquella situación. No pudiste evitar, en ese momento, golpear tu puño contra una de las paredes pero inmediatamente te calmaste, tomaste aire y lavaste tu cara para recuperarte.
Al salir del baño chocaste con alguien. Levantaste la vista y viste a…

Continuará.

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